Recuerdos que causan nostalgia
Jesús
Galea
Hollywood ha prostituido el verdadero amor,
el tema de la parejita inusitada que son “felices para siempre”. Un brindis
por aquellas personas que en una relación entregan lo mejor de sí y se afanan
por corregir y mejorar cualquier escollo. Pero, ¿qué se siente cuando esas
personas son separadas por factores externos que escapan de sus manos? Como por
ejemplo: la distancia. Se acaba el “érase una vez”.
En este
sentido, las relaciones interrumpidas por la distancia, nadan con esfuerzo en
una arena movediza; no es lo mismo que la ira, el engaño, las diferencias o el
desamor sean los causantes de una separación, pero cuando la culpa recae en
motivos que te atan de pies y manos, es dolorosa su despedida. Y las historias
de amor, quedan en eso… recuerdos que causan nostalgia.
Suelen
abrazar momentos, imágenes, alegrías, discusiones y pasiones, de alguna manera
eso les genera la esperanza de un reencuentro donde no exista tiempo,
pesimismos o lágrimas cargadas de dolor, sino que impere la sensibilidad, las
ganas, el ímpetu. Que ante todo, predomine lo que viene del alma, lo real, lo
honesto, lo duradero.
De este
modo, aunque un mar Caribe interfiera entre dos almas, no hay distancia que prohíba
una posible cercanía, ya sea emocional o física. No obstante, la intención de este
texto no es mantener una relación a distancia, pero sí a no juzgarla o ignorar
el hecho de haya una esperanza. Todo tiene un fin, es doloroso pero cierto, sin
embargo el esforzarse por agotar las posibilidades, nunca será en vano.
¿Y si no
se reencuentran? ¿Y si kilómetros, millas, un océano o un continente pueden
más? Pues, quedará la experiencia, la satisfacción de haberlo intentado. Quedarán
los recuerdos que causan nostalgia.
Si conversaras con Platón acerca de su ideal
del amor o te concentraras diariamente a leer Cantar de los cantares, creo que
encontrarías un aliento que te incite con vehemencia a intentarlo nuevamente, a
buscar ese reencuentro o un nuevo amor. La realidad en temas de distancia es
relativa, pero no se puede dejar a un lado que esas almas sí pueden volver a
sentirse.
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