Juventud, vanidad y siglo XXI
Los sentimientos desmesurados de aquellos
jóvenes en edad comprendida usualmente entre 12 y 20 años, giran en derredor de
la vanidad, de las decisiones desbocadas y deseos descontrolados que actualmente
se perciben en la calle, en la universidad y principalmente en el hogar. Cabe acotar
que no son todos irracionalmente apresurados en sus pasiones, pero existe una
mayoría que, efectivamente, vagan en su interior. Dichas emociones muestran la
vaciedad de quienes actúan de esta manera tan desbordada y si lo hacen desde lo
familiar, que es el primer sistema de socialización, pues, lo harán así en todo
ámbito.
Esta
apreciación de la juventud, nace de lo que veo y escucho abundantemente en
diversos escenarios de la vida. La carne toma el control de la mente y las vísceras
se apoderan del verdadero sentimiento del corazón. Surgen relaciones de parejas
con terceras personas. Hablan, hablan y hablan, con tan poco sentido de cada
palabra que sale sus bocas. Planes para los fines de semanas, pero pocas metas
en su vida personal. Crecen de la mano con apariencia, pero espiritualmente
declinan. Creen en Dios, pero no le obedecen. Muchas fotos, pocos libros. ¿Por
qué ocurre esto? ¿Qué deberíamos hacer? Pues, estas líneas no son un listado de
preceptos que te llevarán a la perfección, pero sí es una invitación a
reflexionar. Esto ocurre, según la psicóloga Marta Andrade, por la falta
aceptación, lo que se traduce en que se busca ser aceptado por determinados
grupos que nunca resultan ser los más apropiados.
En este
sentido, recurro a la frase de Sócrates cuando dijo: “conócete a ti mismo”, es decir, piensa en lo que haces, en lo que
dices y en lo que eres, apelando a dicha expresión de este filósofo helénico,
nos podemos dar cuenta de lo oportuna que resulta en nuestra época. Asimismo,
el excelentísimo sabio Salomón, dijo en sus conclusiones: “alégrate, joven en
tu juventud (…) acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud.” (Ec. 11:9.
Y 12:1). Considero que estarían un poco ofuscados si vivieran en este siglo.
De esta manera, la vida de un joven no debería
consistir en lo efímero, lo vago y lo desintegrado que pueda ser en sus
valores, sino en lo íntegro que sea en su modo pensar, de obrar. ¿No son los
deseos del cuerpo y los pensamientos ociosos y nocivos los que ocasionan
envidia, contiendas y egoísmo? Claramente, sí. Me ataca la decepción cuando conozco
a jóvenes desenfrenados y me abraza el regocijo en tanto conozco a quienes les
importa crecer espiritual, intelectual y personalmente. Que aman la luna, que
prefieren momentos y no regalos, que hablen de lo que no se ve, que lean literatura,
que jueguen a ser desconocidos, que salgan de la monotonía, que dejen huellas,
que dejen palabras. La vida pasa, todo lo aparente desaparece. Es por esto, que
la necesidad de analizar lo que hacemos se ha convertido en la carencia de
algunos en el siglo XXI.
¡Excelente! Este escrito me hace recordar las tantas charlas que hemos tenido en la panadería de la UAM. Extraño nuestras tertulias, por suerte, pronto las retomaremos. PD: "Más libros, menos selfies".
ResponderEliminarGracias, Diang. Las tendremos, Dios mediante. debemos retomar nuestras conversaciones matutinas jaja.
EliminarUn beso y abrazo.
#Amazing
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