Un pueblo que sufre a causa de lo normal
Jesús Galea
Es hora de almorzar. El sol tiene hambre y se
coloca en el centro del cielo activando sus rayos ultravioletas para llamar la
atención en pleno mediodía sobre el centro de un pueblo obstinado de gritos,
motos, groserías, maleducados, tranquilos, diplomáticos, mesurados, entre
otros. El vigilante del mercado predispuesto a pelear con cada una de las
personas que hacen la fila para adquirir un producto que es de primera
necesidad y que en Venezuela implica una búsqueda sudorosa y angustiosa. La
cola está llena de varios perfiles psicológicos.
El que
duerme en las noches pensando en lo que comprará al día siguiente. El que pernocta
afuera del mercado para ser uno de los primeros cuando aparezca el alba. El que
va pasando, ve la fila y recuerda que debe comprar ese alimento que trajo el
camión más espero por el centenar de personas que esperan allí por horas que
parecen eternas. También está el que planifica un día antes qué comprará y a
cuánto lo revenderá (el llamado Bachaquero). En la fila está, además, el que se
siente mal de salud, pero hace su cola para poder tener qué comer,
arriesgándose a que lo agredan en el momento en que explote la frustración y el
desespero de la gente. Otros que no hacen colas, pero están en su derecho de no
hacerlo, prefieren pagar dos o tres veces más por un producto (BÁSICO), esto no
nos hace diferentes, no nos convierte en enemigos, a pesar de que se pelea
mucho como si fuésemos primitivos, sacando desde lo más profundo de nuestro
ser, lo que el Psicoanalista Freud llamó el “Ello”.
Dos horas más tarde. El vigilante alterado y
la larga cola ardiendo en las llamas de la ira, contando el dinero y sacando
del bolsillo la paciencia que les queda. Las expectativas de la gente aumentan
aceleradamente, ¿qué llegará? ¿Ya viene el camión? Soy el número 400, ¿pero
llegaré a tiempo para comprar algo?
Son las 6:00 pm. Pasan las horas y salen los
individuos con sus productos. Luego de una afanosa y aporreada faena el vigilante
del mercado llega a su hogar estresado, hostil y cansado. Incluso así, se
prepara para el día siguiente ser él quien salga a hacer cola.
Asimismo, esa larga fila de gente que lleva
en sus caras una realidad, cada uno su propia historia, sus propios argumentos,
pero hay un motivo en el que convergen todas las realidades y en la que estamos
de acuerdo: todos tenemos razón en que no nos guste esta situación que no es
normal. No se debe calificar de “normal” una crisis económica como esta. No es
la fábula de “Guerra Económica” según los chavistas, creada por la oposición,
¿cómo culpar a quien no tiene la culpa? Si el Banco Central de Venezuela,
Cencoex, Pdvsa y otros entes financieros, están en manos del gobierno,
entonces, ¿quién protagoniza la “Guerra Económica”? En fin, no hay que
acostumbrarse a algo que no es normal.